Nadie dijo que esto fuera fácil, pero tampoco que resultara tan difícil por un momento sentí que el pozo me arrastraba, me llamaba, era succionada y no había agua para salir a flote ni brazos que intentaran moverse solo un profundo abismo, oscuro, lúgubre y adormecedor hedor, la gélida y paralizante sombra de la oscuridad me llamaba a la inexistencia, al descanso, a dejarse llevar, al lugar del que vine pero no es eso lo peor que le puede suceder a uno. Esto se está convirtiendo en una carrera sin fondo, en una huída hacia delante agradezco a las velas que se pusieron en mi camino guiándome de nuevo hacia la luz, primero era un pequeño sendero, y luego fue un lugar enigmático un pueblo perdido en el tiempo y en el espacio con la fuerza de la llama de sus velas y el calor de seguir al sendero de la vida.
sábado, 17 de julio de 2010
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