sábado, 17 de julio de 2010

Hacia la luz




Nadie dijo que esto fuera fácil, pero tampoco que resultara tan difícil por un momento sentí que el pozo me arrastraba, me llamaba, era succionada y no había agua para salir a flote ni brazos que intentaran moverse solo un profundo abismo, oscuro, lúgubre y adormecedor hedor, la gélida y paralizante sombra de la oscuridad me llamaba a la inexistencia, al descanso, a dejarse llevar, al lugar del que vine pero no es eso lo peor que le puede suceder a uno. Esto se está convirtiendo en una carrera sin fondo, en una huída hacia delante agradezco a las velas que se pusieron en mi camino guiándome de nuevo hacia la luz, primero era un pequeño sendero, y luego fue un lugar enigmático un pueblo perdido en el tiempo y en el espacio con la fuerza de la llama de sus velas y el calor de seguir al sendero de la vida.